San Teófano el Recluso, uno de nuestros grandes guías espirituales dijo: “Que tu pensamiento hacia Dios sea tan definido como un dolor de muelas.".

Cuando tienes un dolor semejante, no lo puedes olvidar, hagas lo que hagas. Sea que hables, leas, te pasees por toda la casa, cantes o cualquier otra cosa, el dolor está ahí, presente, no te deja en ningun momento y no puedes escapar de su presencia San Teófano dice que de la misma manera deberíamos sentir un pinchazo, una conmoción en nuestro corazón. No me refiero a una manifestación meramente física, sino a un dolor que aparece en lo más profundo de nuestro ser, una añoranza poderosa de Dios, un sentimiento que nos lleva a decir “Estoy solo, Señor, ¿en dónde estás?”, cuando, al orar, pierdes el contacto con Él.

(Traducido de: Mitropolitul Antonie de Suroj, Școala rugăciunii, traducere de Gheorghe Fedorovici, Editura Sophia, București, 2006, pp. 66-67)