Si quieres librarte de la tristeza, evita aferrarte con tu coracón a nada y a nadie. La tristeza proviene de aferrarnos y atarnos a las cosas que vemos.

Cualquier pecado, a excepción de la blasfemia contra el Espíritu Santo, es perdonado por Dios, si te arrepientes. La blasfemia contra el Espíritu Santo es cometida por el hombre que cree en Dios y que sabe que no tiene que hacer el mal, pero, aún así, lo hace conscientemente. Y es que en el alma de una persona así también hay algo de maldad, de manera que no es capaz de volver a Dios con arrepentimiento, como los ateos de la actualidad, por ejemplo. Pensemos también en el Apóstol Pablo, quien hasta antes de convertirse perseguía a los cristianos y, después de cambiar y arrepentirse con toda el alma, recibió el perdón de Dios y se convirtió en el más ferviente mensajero de la enseñanza de Cristo. También el Apóstol Pedro, dsspués de negar a Cristo, se arrepintió y el Señor lo perdonó.

(Traducido de: Starețul Nicon de la Optina, Editura Doxologia, Iași, 2011, p. 224)