Hay movimientos feministas que tienen propósitos ocultos. Tengan cuidado en unirse tan sólo a esos grupos que actúan sinceramente en la defensa de sus derechos.

Ustedes acaban de descubrir que la Ortodoxia las ha ayudado muchísimo en su esfuerzo liberador. Y es que ella afirma que no existe absolutamente ninguna diferencia ontológica entre hombres y mujeres (Gálatas 3, 28). Dios hizo al hombre y a la mujer con la misma naturaleza humana —eterna— y con el mismo fin. La diferencia entre sexos no significa inferioridad, sino complementación recíproca entre el hombre y la mujer, para la prolongación de la especie. El cristianismo contiene en sí mismo una forma maravillosa de feminismo, porque la Santísima Madre de Dios es “inefablemente más enaltecida que los Serafines” y el cimiento de los Cielos. Ella está más allá que todos los hombres, siendo depositaria del primer lugar después de Dios Trino.

¡Maravilloso!

También hubo muchísimas santas mujeres que destacaron y que fueron elevadas más alto que los hombres. Pero quizás muchas de estas cosas a Ustedes les parezcan nuevas. Si desean, pueden estudiar lo que dice el cristianismo y verán que Ustedes tienen un lugar más alto que el de los hombres. Sólo los que han interpretado el cristianismo con mala fe sostienen lo contrario, es decir, los herejes, los ateos. Deben entender, en todo caso, que la historia ha sido escrita por mujeres.

Queridas jóvenes, encuentren su propio lugar en la sociedad y en la familia, y conseguirán hacer milagros... Desarróllense correctamente, porque tienen una misión importantísima en este mundo.

(Traducido de: Părintele Timotei Kilifis, Tinerețe curată, tinerețe frumoasă, Editura Egumenița, Galați, 2007, pp. 103-105)