«Lamento que tu salud no mejore... San Juan Climaco dice que la enfermedad es un “esfuerzo ascético” y, al mismo tiempo, un “ascetismo gozoso”, aunque involuntario. Lo llama “gozoso”, porque hay pocos que quieran practicar el ascetismo auténtico con alegría. Siempre existe el riesgo de que el ascetismo termine mezclándose con el orgullo y con la difamación a los demás. Pero, en el ascetismo involuntario de la enfermedad, el hombre no tiene con qué envanecerse, porque se ve forzado a soportarlo, de una manera u otra, incluso sin el concurso de su voluntad, por la misma necesidad; simplemente, no tiene elección.

El ascetismo voluntario y el involuntario mitigan de la misma forma el cuerpo, y la enfermedad a veces viene para que desaparezca nuestro orgullo. Por eso, afánate en ser lo más apacible posible mientras sufras esta dolencia, y agradécele a Dios por Su piedad y por la enseñanza que te ofrece.

Especialmente, ahora que padeces, evita murmurar con tu espíritu. San Isaac el Sirio escribe: “Dios tolera todas las debilidades del hombre. Sin embargo, no soporta al que murmura, sino que lo castiga”.

Igualmente, cuídate de murmurar en contra de los demás cuando no cumplan con lo que les pides o por cualquier otra razón. Todo lo que se nos envíe para poner a prueba nuestra paciencia es permitido por la Providencia Divina, para nuestro propio beneficio espiritual. Luego, hay que estar atentos para no perjudicarnos nosotros mismos con nuestra torpeza.

[...] No permitas que tu paciencia se debilite; más bien esfuérzate en humillarte ante Dios y ante los demás, y en volver a la contrición, confesándote sinceramente y con meticulosidad».

(Traducido de: Sfântul Ambrozie de la Optina, Sfaturi pentru familia creștină, traducere din limba rusă de Doctor în Teologie Gh. Zapotinschi, Editura Platytera, București, 2006, p. 86)