¡Grande es la fuerza de la virtud de los santos!
La vida de los Santos es un ejemplo para los perezosos, sus palabras enseñan a los pequeños de alma, sus oraciones cambian las decisiones de Dios. Hasta sus ropajes y objetos personales son manantial de santidad para los que se acercan a ellos.
La vida de los Santos es un ejemplo para los perezosos, sus palabras enseñan a los pequeños de alma, sus oraciones cambian las decisiones de Dios. Hasta sus ropajes y objetos personales son manantial de santidad para los que los tocan.
La manta del profeta Elías separó las aguas del Jordán (2 Reyes 2, 8); el calzado de aquellos tres jóvenes, Ananías, Azarías y Misael les sirvió para pisar las llamas del horno (Daniel 3, 20-27); el madero de Eliseo hizo que el hacha de hierro saliera de las aguas del río (2 Reyes 6, 1-7); el bastón de Moisés separó el Mar Rojo en dos partes y sacó agua de la roca de Horeb (Éxodo 14, 15-22; 17, 5-6); los ropajes de Pablo alejaban los espíritus malignos (Hechos 19, 12); la sombra de Pedro, proyectándose sobre los enfermos, los sanaba (Hechos 5, 15-16), las reliquias de los santos mártires hacen milagros sorprendentes.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, Editura Egumenița, Galați, 2007, p. 299)