Uno de los Santos Padres dice: “El Señor te pide que trabajes en la restauración de la sabiduría, mas tú te dedicas a construir asilos y capillas... ¡Haz primero lo que se te pide, y lo otro será agradable a Él!”.

Sin embargo, debemos avanzar mucho más en lo que respecta al conocimiento de uno mismo. Finalmente, debemos definir el espíritu en el que se desarrolla nuestra vida, o el rasgo que le caracteriza, es decir: ¿a quién servimos? ¿Al Señor o a nosotros mismos y al pecado? ¿Qué es lo que nos importa más? ¿Nosotros mismos o el Señor, Su glorificación y la forma de agradarle? ¿Para qué luchamos? ¿Para mayor gloria del Nombre del Señor, o para el nuestro? Este rasgo define lo que somos en nosotros mismos y qué podemos, así, esperar de nosotros mismos. Esta es la conclusión general de todo lo que se dice primero en la conciencia, se define limpiamente en la mente del hombre, y se atestigua ante el Señor, Quien es Omnisciente.

De esta manera, finalmente se desplegará ante nosotros el panorama completo de nuestra pecaminosidad y todo el historial de nuestra vida de pecado: nuestros actos, sentimientos e inclinaciones, y el espíritu que domina en nuestra vida. ¡Después de esto tendremos que lamentarnos y empezar a llorar por nuestras faltas!

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Pregătirea pentru Spovedanie şi Sfânta Împărtăşanie, Editura Sophia, 2002, p. 82)