Hacerse nada para recibir todo
En un primer momento, el maligno insta al hombre a pensar en lo importante que es; posteriormente, el hombre piensa, con humildad, que en realidad no es nada. Y así, sucesivamente.
Padre, ¿cómo puedo hacer para librarme de la imagen tan encumbrada que tengo de mí misma?
—Si te vuelves hacia ti misma y llegas a conocerte en profundidad, verás cómo eres realmente y te quedarás asombrada por todo lo desagradable que hay allí.
Si el hombre no se conoce a sí mismo, para hacerse humilde de un modo natural, la humildad no podrá convertirse en un estado permanente en él y la Gracia no morará en su interior. Si sigue girando alrededor de su propia cola, el demonio es capaz de usurparle todos sus años de vida, aunque Dios le conceda los de Matusalén. ¿Cómo? En un primer momento, el maligno insta al hombre a pensar en lo importante que es; posteriormente, el hombre piensa, con humildad, que en realidad no es nada. Y así, sucesivamente. Una vez el demonio, otra el hombre, etc. Una vez gana uno, la siguiente el otro. Y siguen repitiendo la misma cantaleta infinitamente.
Veo, padre, que las demás monjas han avanzado mucho más que yo en las virtudes, incluso las más jóvenes.
—Ya que no te has humillado por ti misma, las demás lo han hecho. ¿Sabes qué hacen los expertos cuando van a enviar un cohete al espacio? Empiezan una cuenta atrás: “Diez, nueve, ocho, siete… uno, ¡cero!”. Al llegar al “cero”, el cohete es lanzado al espacio. Lo mismo tú, cuando llegues al “cero”, serás lanzada y volarás a lo alto.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Patimi și virtuți, Editura Evanghelismos, București, 2007, pp. 84-85)