Palabras de espiritualidad

Hay que despojarse del orgullo antes de entrar a la iglesia

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Nadie acude con su confesor para envanecerse de su integridad, sino para descubrir “un punto defectuoso de su pretendida rectitud”.

Nadie acude al médico para jactarse de su buen estado de salud, sino para descubrir “en dónde está ese punto infecto de su salud”. Del mismo modo, nadie acude con su confesor para envanecerse de su integridad, sino para descubrir “un punto defectuoso de su pretendida rectitud”. Cuando el hombre atraviesa el portal del consultorio, se despoja de todo su orgullo, para retomarlo al volver entre sus semejantes. Igualmente, cuando el hombre acude a confesarse, debe dejar todo su orgullo en la puerta de la iglesia. Y “¡dichoso de él si se le olvida recogerlo al salir!”. Que el Señor le conceda que, al salir de la iglesia, cambie de bastón, y “en vez del orgullo elija la humildad como su apoyo en la vida”.

(Traducido de: Sfântul Nicolae VelimiroviciGânduri despre bine și rău, Editura Predania, București, 2009, p. 105)