Hay que luchar para poder vencer
Solo así podremos discernir que las tentaciones que nos embisten son enviadas por Él, por Su inmensa bondad, para que, enfrentándolas con paciencia, se conviertan en coronas para nosotros.
No es menor el sacrificio que se nos pide en la lucha contra el espíritu de la congoja, es decir, de la aflicción, porque muchas veces arroja nuestra alma a la desesperanza. Si se trata de una congoja provocada por nuestros semejantes, debemos soportarla con valentía, orando también por quienes nos causan tal perjuicio (...); es importante, además, entender que todo eso nos sucede por disposición de la Providencia Divina, porque Dios hace todo buscando nuestro provecho espiritual y la salvación de nuestra alma. Aunque la prueba que enfrentamos no nos parezca útil en un primer momento, sus resultados nos harán entender que no nos es benéfico eso que deseamos para nosotros mismos, sino únicamente lo que Dios dispone. Para esto, tenemos que evitar que los pensamientos meramente humanos nos embelesen, para pasar a confiar en que el ojo de Dios lo ve todo, y que no hay nada que nos suceda sin Su voluntad. Solo así podremos discernir que las tentaciones que nos embisten son enviadas por Él, por Su inmensa bondad, para que, enfrentándolas con paciencia, se conviertan en coronas para nosotros. Porque, sin tentaciones, nadie podrá recibir jamás la corona de la victoria.
(Traducido de: Cerească Înțelepciune de la cei de Dumnezeu luminați Dascăli despre Cum să biruim deprimarea, ediția a II-a, traducere de Constantin Făgețan, Editura Sophia, București, 2008, pp. 49-50)