Hay una forma de aligerar la carga de nuestra alma
Si nuestros pecados se multiplican y no nos apresuramos en echarlos afuera con el arrepentimiento y acudiendo al Sacramento de la Confesión, nuestra alma sucumbirá ante el peso de los pecados.
Nuestra alma se parece a una embarcación que flota sobre las olas de este mundo. Si en algún momento el agua empieza a colarse al interior de la nave, y el capitán no se apresura en resolver el problema, la embarcación terminará hundiéndose. Lo mismo ocurre con nuestra alma: si nuestros pecados se multiplican y no nos apresuramos en echarlos afuera con el arrepentimiento y acudiendo al Sacramento de la Confesión, nuestra alma sucumbirá ante el peso de los pecados y, hundiéndose en el abismo de sus maldades, se perderá para siempre.
(Traducido de: Îndrumări duhovnicești pentru vremelnicie și veșnicie. O sinteză a gândirii Părintelui Cleopa în 1670 de capete, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, pp. 312-313)