Heridos en el combate espiritual
Lo malo es cuando no nos esforzamos en descubrir a los terribles enemigos del alma, las pasiones, y no hacemos nada por eliminarlas.
No temas. Estamos en medio de una lucha y muchas veces caeremos heridos. Pero todo eso sana con la confesión.
Recuerda que también los soldados, cuando son heridos en combate, corren inmediatamente al médico para que les ate las heridas, y luego vuelven a luchar con denuedo. De todo esto obtienen una experiencia más grande y aprenden a cuidarse de mejor manera, para no volver a caer heridos con tanta facilidad. Lo mismo debemos hacer nosotros: cuando seamos heridos en nuestro afán espiritual, no debemos perder el coraje, sino correr al médico —nuestro padre espiritual—, y enseñarle nuestras heridas, para que nos ayude a sanar espiritualmente y continuar con la “buena lucha”.
Lo malo es cuando no nos esforzamos en descubrir a los terribles enemigos del alma, las pasiones, y no hacemos nada por eliminarlas.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Nevoință duhovnicească în col. Cuvinte duhovnicești III, Editura Evanghelismos, București, 2003, p. 277)