Palabras de espiritualidad

Invocando a Dios

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

En todo momento, lugar y circunstancia, Dios es invocado por los hombres y la naturaleza entera, pidiéndole Su ayuda.

En los campos, los huertos, las vegas, los bosques y las montañas, los campesinos, apoyados en sus herramientas, elevan la mirada al cielo y, con un sencillo movimiento, al igual que en su corazón, le muestran a sus hijos en dónde está Dios. Los más necesitados llaman a Dios para que les ayude en sus privaciones. Los moribundos, luchando con la muerte, claman a Él, que es Vida y Resurrección de todos los buenos fieles. Los malhechores le temen a Él, y los justos lo alaban. Los reyes y emperadores del mundo presentan sus coronas y cetros ante Él, y las legiones de soldados lo ponen al frente.

En la victoria se le enaltece, en tanto que los oprimidos, los que sufren y los vencidos se refugian en Él. En todo momento, lugar y circunstancia, Dios es invocado por los hombres y la naturaleza entera, pidiéndole Su ayuda. ¿Por qué? Porque en Él tenemos vida, movimiento y existencia (Hechos 17, 28). “Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. ¡A Él la gloria por los siglos! Amén(Romanos 11, 36).

(Traducido de: Protosinghel Nicodim Măndiță, Învățături despre rugăciune, Editura Agapis, București, 2008, p. 25)