Palabras de espiritualidad

Jesucristo, nuestro modelo de paciencia a seguir

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Mientras más alto sea nuestro objetivo, más paciencia debemos tener.

La paciencia de Cristo fue ejemplar, porque provenía del amor, la humildad, la mansedumbre, la sabiduría y la santidad. Él conocía el propósito de Su vida en este mundo, y por eso soportó todo con paciencia. Ciertamente, tu propósito de vida es el mayor estímulo para soportarlo todo. Mientras más grande sea ese objetivo, más paciencia tendrás ante todo lo que tengas que enfrentar.

Cristo sabía qué hacía y para qué lo hacía. Día y noche, Él obraba la misión encomendada por “Aquel que le había enviado”, es decir, la salvación del mundo. Por eso fue que demostró una paciencia infinita, hasta soportar la muerte en la cruz, con tal de salvarnos (Hebreos 12, 2). Con esto nos dio el ejemplo de cómo, por medio de la paciencia, podremos salvarnos también nosotros. “Sean pacientes y se salvarán” (Lucas 21, 19), y “avancemos pacientemente a la lucha que nos espera” (Hebreos 12, 1).

Así, mientras más alto sea nuestro objetivo, más paciencia debemos tener. “Con esfuerzo se obtiene todo lo bueno”. Sobre todo, el alto bien de la felicidad y la deificación. La felicidad requiere de paciencia y esfuerzo denodado. Y aunque parezca que no logramos nada concreto, con nuestra paciencia estamos realizando nuestro mismo bienestar interior. Esta es, ciertamente, la mejor ganancia después de cada afán depuesto para alcanzar nuestros más grandes ideales.

(Traducido de: Arhimandritul Timotei Kilifis, Hristos, Mântuitorul nostru, Editura Egumeniţa, 2007, p. 85)



 

Leer otros artículos sobre el tema: