La acción de los Sagrados Sacramentos en nuestra vida
La Santa Comunión debe dirigir nuestras decisiones e ideales. Cuando se termina la Divina Liturgia no cerramos un evento cualquiera en el que hemos participado, sino que tratamos de llevar a nuestra vida Su mensaje de salvación.
Todos los Sacramentos tienen relación con el Sacrificio y Resurrección de Cristo, con las cuales nos unimos plenamente en la Eucaristía. Por eso, en ella se realiza la unidad de la Iglesia. [...] Y, en general, la unidad de los fieles con la Iglesia encuentra su última consolidación en la comunión de Cristo, que debe ser frecuente.
En consecuencia, el hombre se renueva en todos los Sacramentos, muriendo el hombre viejo y resucitando a una nueva vida, en Cristo, muriendo también el egoísmo y resucitando a una vida de entrega personal. Esto toma lugar en el bautizo, en la confesión de nuestros pecados, en el matrimonio —por medio del cual los esposos reciben la fuerza de un amor permanente, para superar su egoísmo personal—, y en la ordenación sacerdotal, cuando el hombre asume su responsabillidad en la difusión del Sacrificio y Resurrección de Cristo y en la transmisión de su poder —asimilado por el que ha sido ordenado— a los que creen en Cristo.
(Traducido de: Părintele Dumitru Stăniloae, Spiritualitate și comuniune în Liturghia Ortodoxă, ediția a II-a, Editura Patriarhiei Române, București, 2004, p. 677)