La actitud y el servicio del cristiano
No hay nada más triste que una vida en soledad, sin nadie a quien amar y nadie a quien ayudar. Un cristiano no puede vivir así.
No venimos a este mundo para vivir solamente para nosotros y buscar nuestra felicidad personal. El mundo entero es una inmensa familia y todos somos hermanos; por esta razón, estamos obligados a ayudarnos y perdonarnos recíprocamente, aliviándonos mutuamente las cargas de la vida.
No hay nada más triste que una vida en soledad, sin nadie a quien amar y nadie a quien ayudar. Un cristiano no puede vivir así. Aún aquellos que viven solos porque no tienen familia, tienen a su alrededor muchísimas personas que necesitan de ellos.
No olvidemos que lo que tenemos no nos pertenece. Nuestras fuerzas y las posibilidades de las que disponemos, nos fueron otorgadas por Dios y debemos utilizarlas al servicio de nuestros semejantes.
(Traducido de. Fiecare zi, un dar al lui Dumnezeu: 366 cuvinte de folos pentru toate zilele anului, Editura Sophia, p. 241)