Palabras de espiritualidad

La alegría de hacer lo bueno

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

¡Pero cuánta alegría habrá de experimentar el alma que comienza a servir a Dios, completando su labor!

“El que se afana y obtiene beneficio de su esfuerzo, se alegra considerando —posteriormente— que su sacrificio no fue nada, porque algo aprendió de él. Si la esposa apoya y cuida de su marido con devoción, el corazón de éste se alegrará y depositará toda su confianza en ella. El que, despreciando la muerte, combate en nombre de su rey, avanza tanto. que llega a ser recompensado por su denuedo. Estos son aspectos de esta vida terrenal, que se desarrollan en este mundo y en él se desvanecen. Pero el hombre se goza de ellos, porque algo ha avanzado con su ejecución.

¡Pero cuánta alegría habrá de experimentar el alma que comienza a servir a Dios, completando su labor! Porque, al abandonar este mundo, hará que su obra lo anteceda y los mismos ángeles se alegrarán viendo que ha escapado de la soberanía de lo terrenal. Ciertamente, cuando el alma abandona el cuerpo, es acompañada por los ángeles, ante el asedio de todas las fuerzas de la oscuridad, quienes quieren retenerla, si es que en ella aún hay algo les pertenece. Y, entonces, no son los ángeles quienes luchan contra esas fuerzas, sino las mismas obras de aquella alma. Estas la rodearán y la protegerán de las fuerzas del mal, para que no la toquen. Y si esas obras ganan la lucha, los ángeles cantan de alegría, hasta llegar a Dios. Entonces las cosas de este mundo y sus afanes quedan en el olvido.

Esforcémonos, pues, en obrar correctamente en el poco tiempo de esta vida, para evitar toda forma de mal, para podernos librar de las manos de quienes quieren hacernos caer (los demonios). Porque son astutos y despiadados.”

(Traducido de: Isaia Pustnicul, Douăzeci şi nouă de cuvinte, în Filocalia XII, traducere din greceşte, introducere şi note de pr. prof. dr. Dumitru Stăniloae, Editura Humanitas, Bucureşti, 2009, p. 111-112)