La armonía y la obediencia en el hogar
El amor entre hombre y mujer constituye, más que cualquier otra cosa, el vínculo más fuerte de nuestra vida.
El amor entre hombre y mujer constituye, más que cualquier otra cosa, el vínculo más fuerte de nuestra vida. Es por este que muchos han empezado y empiezan toda clase de conflictos y enemistades, al punto de vender y sacrificar sus almas.
Así pues, no es casual ni trivial que Pablo se haya pronunciado de la siguiente forma sobre esto: “Que las mujeres sean sumisas a sus maridos como si se tratara del Señor” (Efesios 5, 22). ¿Por qué? Porque, si los esposos viven en armonía, sus hijos crecerán correctamente y sus vecinos se gozarán del aroma espiritual de esta familia, sus amigos se alegrarán y sus parientes se sentirán orgullosos de ellos. Pero, si ocurre lo contrario, todo será confusión, agitación y caos. Es lo mismo que ocurre en cualquier ejército: cuando los generales y coroneles se entienden y trabajan en armonía, la milicia entera avanza y vence. Sin embargo, cuando los altos oficiales no se entienden y tienen conflictos entre sí, todo el ejército es un desorden total. Por eso es que San Pablo insiste: “Que las mujeres sean sumisas a sus maridos como si se tratara del Señor”.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieţii, Editura Egumeniţa, Galaţi, p. 103)