Palabras de espiritualidad

La ayuda de la Gracia en cada paso que damos para Dios

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Cuando, con la ayuda de la Gracia, el cristiano logra cumplir con los mandamientos de Dios, sigue viendo las constantes faltas que provienen de su impotencia y del estado de pecado del hombre en general.

Sabedor, por experiencia, que los mandamientos de Dios pueden ser cumplidos solamente con la abundante colaboración de la Gracia Divina, pidiendo sin cesar esta coparticipación, el cristiano no puede dejar de atribuirle a Dios sus acciones virtuosas. Al mismo tiempo, no puede dejar de reconocerse pecador. Por otra parte —también por experiencia—, el cristiano conoce su propia caída y su incapacidad para realizar la voluntad de Dios únicamente con su limitado esfuerzo. Así las cosas, cuando, con la ayuda de la Gracia, logra cumplir con los mandamientos de Dios, sigue viendo las constantes faltas que provienen de su impotencia y del estado de pecado del hombre en general.

Esto es algo que podemos verificar claramente en las palabras del Santo Apóstol Pablo. En una de sus cartas, dice: “He trabajado más que los demás; pero no yo, sino la Gracia de Dios conmigo” (I Corintios 15, 10), y en otra parte: “Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, el primero de los cuales soy yo” (I Timoteo 1, 15). ¡Tal es la justicia que ama el Señor!

(Traducido de: Sfântul Ignatie BriancianinovPredici la Triod și Penticostar, Editura Sophia, București, 2003, p. 5)