La bendición de la Iglesia, como Madre, para el hombre y la mujer que se unen en matrimonio
Ni siquiera los padres más amorosos podrían desear para sus hijos todas las bondades que la Santa Iglesia pide de Dios para ellos, al celebrarse el Sacramento del Matrimonio.
Cuando parten a un camino desconocido, los buenos hijos buscan a su madre y le piden su bendición, y esta, amorosa, se las da. Lo mismo hace la Iglesia de Cristo cuando sus hijos obedientes —el novio y la novia— vienen al templo y piden la bendición de su Madre para el camino, aún desconocido para ellos, de la vida conyugal. Ajenos el uno para el otro hasta entonces, a partir de ahora formarán un solo ser y se adentrarán en el sendero de la vida de familia, desconociendo qué es lo que les espera: alegría y serenidad, o intranquilidad y tribulaciones. Así, lo que necesitan es el aliento y los votos para que sepan andar con bien ese camino, y, por su parte, la Iglesia acompaña esos votos con ritos que contienen un profundo significado.
Ni siquiera los padres más amorosos podrían desear para sus hijos todas las bondades que la Santa Iglesia pide de Dios para ellos, al celebrarse el Sacramento del Matrimonio. Entonces la Iglesia eleva fervientes oraciones al Señor, pidiendo que les envíe “un amor perfecto y en paz, además del auxilio que proviene de lo Alto, para que sean bendecidos con una comprensión plena y una fe fuerte, siendo amparados en esta vida y llevando una vida sin mancha…”.
(Traducido de: Preot Alexandru Rojdestvenskii, Cum să întemeiem o familie ortodoxă, Editura Sophia, Bucureşti, 2011, p. 29)