La bondad que agrada a nuestro Señor
Él Mismo nos exhorta: “Cargad con Mi yugo y aprended de Mí, que Soy afable y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas”.
La bondad del hombre lo ayuda a que su oración sea atendida, atrayendo el auxilio de Dios en cualquier situación, porque con su forma de vida está imitando el ejemplo de su Creador y también el de los santos.
Acuérdate cómo, hallándose en la cruz, el Señor oraba por Sus verdugos: ‟Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23, 34). Me quedo sin palabras cuando pienso en el inmenso amor de Cristo.
Entonces, hermanos, seamos también nosotros buenos y mansos como nuestro Señor. Él Mismo nos exhorta: “Cargad con Mi yugo y aprended de Mí, que Soy afable y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11, 29).
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, Editura Egumenița, Galați, 2007, p. 317)