La caridad
El que no es caritativo simplemente porque no quiere serlo, no alcanzará la salvación. Es bueno ayudar lo más que podamos y de la mejor forma que nos sea posible. Esto no significa que si no podemos hacer todo lo que se nos pide, renunciemos a lo que sí podemos hacer, a aquello a que somos capaces de realizar.
El que no es caritativo simplemente porque no quiere serlo, no alcanzará la salvación. Es bueno ayudar lo más que podamos y de la mejor forma que nos sea posible. Esto no significa que si no podemos hacer todo lo que se nos pide, renunciemos a lo que sí podemos hacer, a aquello a que somos capaces de realizar.
En el libro de los apotegmas de los Padres de la Iglesia se nos relata que a un sacerdote le hablaron de una mujer licenciosa que, sin embargo, hacía muchos actos de caridad y que, cuanto más pecaba, más ayudaba a los otros. El piadoso padre dijo sobre aquella mujer que no viviría siempre en el pecado. Algo semejante se puede decir sobre aquellos que hacen algunas buenas obras, pero que no han sido capaces de perdonar a quienes les han fallado. En cualquier caso, que nadie se relaje sabiendo lo que hace, sino que se esfuerce en cumplir aquello que es su deber. “Ahí está lo que ustedes debían poner por obra, sin descartar lo otro. ” (Mateo23, 23). La caridad del monje es su bondad y su oración, como expresión de su benevolencia.
(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Veniţi de luaţi bucurie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2001, pp. 89-90)