La caridad del cristiano
Verdaderamente ejemplar es el alma que sirve al Señor, a sus hermanos y a todos sus semejantes, con un corazón lleno de paz, abnegación y sacrificio.
Dios desea que, todo lo que nos pide que hagamos por Él y por nuestros semejantes, lo hagamos con alegría y con toda la buena disposición de nuestro corazón. Por eso, el cristiano compasivo y misericordioso se desviste de todo orgullo, de toda soberbia, de todo interés, de toda pretensión de ser elogiado y de todo mérito.
El cristiano verdaderamente caritativo es capaz de darle su propia ropa a otro que no tiene nada con qué cubrirse. Se priva de sus alimentos, si con esto puede mitigar el hambre de su semejante más necesitado, y renuncia a lo que le corresponde, si se trata de ayudar a quien tenga menos que él. ¡Qué maravillosa es esa alma creyente, que, al igual que su Señor, ha conseguido desvestirse de todos sus ropajes! Verdaderamente ejemplar es el alma que sirve al Señor, a sus hermanos y a todos sus semejantes, con un corazón lleno de paz, abnegación y sacrificio.
(Traducido de: Un mare mărturisitor creștin: Preotul Constantin Sârbu, Editura Bonifaciu, București, 2008, p. 168)