La caridad que nos libra de las pasiones
Evagrio nos habla de un anciano que ayudó a un monje a librarse de ciertas apariciones que le atormentaban cada noche, ordenándole ayudar a los enfermos y ayunar.
Quien tenga un buen propósito, será capaz de soportarlo todo con paciencia, sin importar lo que deba enfrenttar, así se trate de una aflicción proveniente de fuera, o que el mismo enfermo a quien pretende ayudar le ofenda, sabiendo que, en todo caso, es el enfermo quien le está ayudando, y no él al enfermo. Porque debemos saber que quienes auxilian a los enfermos, son aliviados de las pasiones y de las luchas internas. Conozco el caso de un hermano, presa de una pasión muy desagradable, quien, sirviendo a un enfermo, escapó de su propia lucha.
También Evagrio nos habla de un anciano que ayudó a un monje a librarse de ciertas apariciones que le atormentaban cada noche, ordenándole ayudar a los enfermos y ayunar. Y decía, al preguntársele el sentido de esto, que “nada puede desvanecer semejantes pasiones, como lo hace la compasión”. Pero si el hombre se esfuerza buscando ser exaltado, o creyendo que está cumpliendo con cierta virtud, su sacrificio no le será útil. Porque pronto empezará a despreciar a su hermano, considerándose a sí mismo como algo grande.
(Traducido de: Ava Dorotei, Diferite învăţături de suflet folositoare, XIV, 5, în Filocalia, vol IX, p. 623)