La civilización y el cristianismo
No es recomendable vivir con tanta comodidad, porque te lleva a la desidia, a la pereza, al relajamiento. Al contrario, el sufrimiento te cultiva mucho más y hace que te parezcas mucho más a un hombre salvado, a un hombre eterno.
¿Cómo deberíamos entender el “progreso” y la “civilización”?
—La “civilización” es una cosa, y la vida cristiana, otra. Sin embargo, un hombre civilizado se puede adaptar más fácilmente a la doctrina cristiana, que es muy justificada, porque tiene un orden muy grande y grandes argumentaciones.
Por ejemplo, se dice que los romanos eran un pueblo muy correcto y creador: conquistaban y edificaban. Antes de la venida del Señor, Dios les dio esas victorias, para preparar el mundo para una enseñanza divina extraordinaria, porque ellos eran más civilizados.
Luego, la “civilización” tiene un rol positivo, pero no salvador. También ella te enseña a no robar, a no hacer el mal… Sin embargo, en el apogeo de la civilización romana se cometieron pecados muy graves, por carecer de la templanza cristiana. La “civilización” debía ser ayudada, porque estamos hablando de pueblos correctos, pero no salvadores. Me gusta caminar contigo, porque sé que no me robarás o que no me atacarás, porque eres un hombre “civilizado”.
En el caso de la Iglesia, ella no se ocupa de enseñar primero, ¡sino que lo primero que hace es santiicarnos! Porque se refiere, no a conquistar el mundo, sino el Reino de los Cielos. El modernismo no es culpabe de que seas un ocioso. Puedes estar tendido en un cómodo lecho, y orar con la misma intensidad y fervor que aquel que duerme sobre una rígida tabla de madera.
Pero, ojo: no es recomendable vivir con tanta comodidad, porque te lleva a la desidia, a la pereza, al relajamiento. Al contrario, el sufrimiento te cultiva mucho más y hace que te parezcas mucho más a un hombre salvado, a un hombre eterno.
(Traducido de: Arhimandritul Arsenie Papacioc, Cuvânt despre bucuria duhovnicească, Editura Eikon, Cluj-Napoca, 2003, pp. 190-192)