Palabras de espiritualidad

La codicia nos aparta de lo verdaderamente importante

    • Foto: Oana Nechifor

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Translation and adaptation:

Al igual que el caudal de los ríos no puede lograr que el mar se desborde, el codicioso jamás se siente satisfecho, por más que sus ganancias crezcan.

Procuremos no acumular bienes que en poco tiempo no nos servirán de nada.

Al igual que el caudal de los ríos no puede lograr que el mar se desborde, el codicioso jamás se siente satisfecho, por más que sus ganancias crezcan.

El codicioso y el avaricioso están atados a las preocupaciones terrenales, como un perro encadenado a un muro.

El codicioso multiplica su riqueza y aún así quiere más; y no deja de multiplicarla, hasta que, finalmente, la muerte le sorprende.

El codicioso llena su casa de cosas materiales, sin reparar en que todo eso no es más que basura.

Por el contrario, el hombre que no ama las riquezas se hace un tesoro en el cielo, obteniendo, con su feliz esperanza, las bondades prometidas por el Señor.

(Traducido de: Patericul Lavrei Sfântului Sava, Editura Egumenița, 2010, p. 146)