Dice San Juan Crisóstomo: “La conciencia es un juez justo. No es posible aplacarla ni con sobornos ni con lisonjas… con nada”. Ya puedes ofrecerle todo, que ella seguirá firme en sus juicios.

A medida que nos reconciliamos con nuestra conciencia para que no nos reprenda por nuestros pecados, en esa misma medida nos sentimos aliviados y más cerca de Dios. Porque la conciencia te anuncia inmediatamente si aún le queda algo, precisamente porque sientes ese peso. La conciencia actúa de una triple forma, como dice San Doroteo: ante la materia, ante Dios y ante nosotros mismos.

(Traducido de: Ne vorbește părintele Cleopa vol. 7, Ediția a III-a, Editura Mănăstirea Sihăstria, Vânători-Neamț, 2010, pp. 50-51)