La confesión de fe de los científicos
Empezó a enviar misivas a los miembros de distintas comunidades científicas de América y Europa, con dos preguntas simples y claras: 1. “¿Cree usted en Dios?”, y 2) “¿Conoce usted algún científico que no crea en Dios?”.
Hace algunos años, en una conferencia sostenida en Londres, un ateo intentaba probar el hecho que la mayoría de científicos no creen en Dios. Esto llenó de indignación y de una tristeza profunda al profesor Tabroom, quien inmediatamente manifestó que aquello no era sino una calumnia en contra de los científicos, comprometiéndose a demostrar la veracidad de sus afirmaciones. Con la tenacidad y determinación características de los ingleses, asumió la difícil tarea de investigar qué es lo que los científicos creen de Dios. Así, empezó a enviar misivas a los miembros de distintas comunidades científicas de América y Europa, con dos preguntas simples y claras: 1. “¿Cree usted en Dios?”, y 2) “¿Conoce usted algún científico que no crea en Dios?”. Al poco tiempo, las respuestas comenzaron a llegar, claras y concisas, muy parecidas entre sí, declarando su fe en Dios y que los dogmas cristianos fundamentales no contradicen los descubrimientos científicos modernos. Después, el profesor Tabroom juntó todas esas cartas y las publicó en un libro. Una de ellas, la de un botánico, decía: “Con la ayuda del microscopio he logrado ver a Dios, y me maravilla gozarme de la sabiduría del Creador”. Otro experto decía: “Un poco de ciencia te puede alejar de Dios, pero suficiente ciencia hace que el hombre vuelva a Dios“. Lo más interesante de esta última declaración es que se asemeja absolutamente a otra... de San Basilio el Grande.
(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Răspunsuri la întrebările lumii de astăzi, Editura Sophia, București, 2008, p. 12)