La confesión es un baño espiritual que nos espera
Dios te dice que no sabes ni el día, ni la hora de tu muerte. Por eso, confiésate cada vez que sientas la necesidad de hacerlo.
Lo mejor es no postergar para nada tu confesión. Si el día de hoy, un rayo de la luz de Dios ha logrado penetrar en la recámara de tu alma y te ha mostrado con su resplandor todo el polvo que flota en el aire y cuánta suciedad hay acumulada en cada rincón, no demores la confesión que puede limpiar completamente tu casa espiritual. Si alguna palabra de Dios ha conmovido tu corazón en este día y te ha hecho sentir repulsión ante toda esa impureza, no tardes más en acudir al baño de la contrición. Si Dios ha llamado hoy a la puerta de tu mente, no dudes más y corre a buscar a tu padre espiritual y a reconciliarte con Dios.
¡No lo dejes para mañana! ¿Quién sabe cuántas cosas inesperadas podrían venir a ti el día de mañana? Además, ¿mañana tendrás la misma disposición para el arrepentimiento? Dios te prometió perdonar tus pecados si te arrepientes hoy mismo, pero en ningún momento te prometió que vivirás hasta mañana. Al contrario, Él te dice que no sabes ni el día, ni la hora de tu muerte. Por eso, confiésate cada vez que sientas la necesidad de hacerlo.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viața duhovnicească a creștinului ortodox, Editura Predania, București, 2010, p. 110)