Decía el anciano:

—Nuestro corazón debe estar siempre lleno de amor a Dios, mismo que da al hombre fuerza y alegría. El conocimiento sigue al amor. La confesión es el camino que el hombre debe seguir para acercarse a Dios. Es lo que el amor de Dios le ofrece al hombre. Nada ni nadie podría quitarle este amor al hombre.

Siempre me sentía muy bien junto al Padre. ¡Nunca reprendía a nadie! Quería que todos imitáramos lo que él mismo cumplía, pero cada uno siguiendo su propio libre albedrío. Siempre nos decía que los confesores deben respetar la libertad de sus hijos espirituales y nos recordaba diversas situaciones en las que Cristo decía algo que escandalizaba a muchos, tanto, que se levantaban de la mesa y se quedaban sólo Él y Sus discípulos. Entonces Cristo les decía que si también ellos querían irse, que eran libres de hacerlo.

(Traducido de: Sfântul Părinte Porfirie, Antologie de sfaturi şi îndrumări, Editura Bunavestire, Bacău, pp. 154-155)