Palabras de espiritualidad

La contrición "psíquica" y la verdadera contrición espiritual

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

Translation and adaptation:

He conocido muchas personas que han experimentado una suerte de contrición psíquica. En estos casos, no se trata de un arrepentimiento verdadero, otorgado por Dios.

¿Hay alguna diferencia clara entre la contrición psíquica y la contrición espiritual?

—Ciertamente, una cosa es tratar las cosas desde un punto de vista psíquico, y otra tratarlas desde lo espiritual. Normalmente, si te has formado espiritualmente, también lo estás en lo psíquico, lo que no es válido en el caso inverso; es decir, si estás bien psíquicamente, no significa que también debas estarlo en lo espiritual. Se trata de dos aspectos diferentes.

Acepto que un psicólogo, o un psiquiatra, por medio del tratamiento que administra, valiéndose del psicoanálisis y otros medios comunes a su ciencia, puede ayudar a equilibrarse al individuo que sufre de ansiedad o de cualquier otro problema psicológico, coadyuvando a que se levante de aquel estado, y a que empiece a ver la vida de una forma distinta. Admito la utilidad de tales recursos. Pero esto no significa que, después del tratamiento mencionado, el individuo devenga también en un buen cristiano y que avance en lo espiritual. En consecuencia, una cosa es la terapia psíquica y otra es la terapia espiritual. De la misma forma en que una cosa es la alegría que el equilibrio psíquico le da al hombre, y otra la felicidad que proviene de la Gracia de Dios. “Para que vuestra alegría sea plena”, dijo el Señor. Él nos habló de la “paz que os dejo” o del “amor que yo os doy”. Una cosa es lo que Cristo nos da, y otra lo que la persona puede alcanzar en el aspecto psíquico.

Orando, la persona puede sentir ciertas emociones, como llenarse de alegría y empezar a creer que todo esto ocurre por causa de la Gracia de Dios, aunque no sea así. De la misma forma, en otras circunstancias podrá sentir ira, tristeza y llegar a creer que la Gracia se ha ido, aunque nada de esto esté ocurriendo. Tanto en una situación como en la otra, hay en su interior determinados estados psíquicos equivalentes. Luego, no debemos confundirlos con la Gracia de Dios.

Es decir, es posible que la persona experimente un estado de alegría tal, que llegue a creer que se trata de la Gracia de Dios, tratándose de un pseudosentimiento. O puede sentir melancolía o un vacío terrible, y creer que le falta la Gracia de Dios.

Lo mismo pasa con la contrición. He conocido muchas personas que han experimentado una suerte de contrición psíquica. En estos casos, no se trata de un arrepentimiento verdadero, otorgado por Dios.

Supongamos que un individuo comete un pecado, con determinadas consecuencias. Una de esas consecuencias es el debilitamiento de la propia consideración. La persona llora, se siente triste, se muestra arrepentida, incluso se rasga las vestiduras por haberse descuidado y caído. Este arrepentimiento no es uno espiritual en lo absoluto. Es una ilusión. Es un sentimiento falso, en verdad. Por ejemplo, Judas se arrepintió, pero en su interior no existía ese arrepentimiento espiritual que es también redentor.

(Traducido de: Arhim. Simeon Kraiopoulos, Adame, unde eşti? , Editura Bizantină, Bucureşti, p. 219-221)