Palabras de espiritualidad

La creación del hombre y la mujer

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Hombre y mujer fueron creados de forma distinta y en momentos distintos, para que pudiéramos entender que la naturaleza física del hombre y de la mujer no son la misma cosa, y que la multiplicación de la humanidad tiene un solo origen.

“Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre” (Génesis 2, 21-22).

Este pasaje es un obstáculo para quienes quieren imponer la concepción evolucionista sobre el origen de la vida y del hombre. Según esta concepción, el hombre —al menos, en lo que respecta al cuerpo— desciende de animales inferiores; luego, el “padre” del primer hombre debió ser una criatura distinta al humano, estrechamente emparentada con los simios superiores. El fundamento de esta concepción evolucionista es aquel que sostiene que el hombre y cualquier otra forma viviente se desarrollaron a partir de organismos más privmitivos, por medio de leyes naturales conocidas actualmente (o supuestas) por parte de la ciencia. Aceptar la evolución del primer hombre a partir de animales inferiores, y después crearle una esposa milagrosamente, extrayéndole una costilla, esto es algo que ningún evolucionista podría aceptar. Si Adán “evolucionó naturalmente” de los animelas, también Eva debió hacerlo; pero si aceptas el relato de la creación de Eva tal como aparece en el Génesis, tú mismo te abres al entendimiento de lo sucedido en los primeros Seis Días del Génesis de forma patrística, y no naturalista.

¿Qué dicen los Santos Padres de la creación de Eva? San Ambrosio escribe: “la mujer fue creada de la costilla de Adán. Ella no fue hecha de la misma arcilla con la que el hombre fue modelado, para que pudiéramos entender que la naturaleza física del hombre y de la mujer no son la misma cosa, y que la multiplicación de la humanidad tiene un solo origen. Por esta razón, el hombre no fue creado al mismo tiempo que la mujer, y tampoco fueron creados dos hombres y dos mujeres, sino que primero hubo un hombre y después una mujer. Dios quiso que la humanidad fuera una sola. Así pues, en los orígenes de la humanidad, Dios rechazó la posibilidad de que aparecieran muchas naturalezas distintas… Pensemos que Dios no tomó una parte del alma de Adán, sino una costilla de su cuerpo; es decir que no creó un alma a partir de otra alma, sino que ‘hueso de mis huesos y carne de mi carne será llamada esa mujer’”.

(Traducido de: Ieromonah Serafim Rose, Cartea Facerii, crearea lumii noi și întâiul om: perspectiva creștin-ortodoxă, traducere de Constantin Făgețan, ediția a II-a, revizuită, Editura Sophia, București, 2011, pp. 120-121)