Palabras de espiritualidad

La creación poética y la rebelión del hombre ante Dios

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

La rebeldía es un atributo humano que puede hacernos caer, pero también puede salvarnos. Luego, no tiene que condenársele per se, porque es parte del proceso de normalidad del individuo que se asume con seriedad y que problematiza su vínculo con Dios, porque, una vez problematizas un asunto tan importante, estás cerca de resolverlo.

Ante nosotros está (el escritor, Tudor) Arghezi. Arghezi fue un gran rebelde, pero esto no significa que fuera menos poeta religioso. Antes de consagrar a (Vasile) Voiculescu, Șerban Cioculescu me dijo, una vez, cuando conversábamos, que, sin embargo, Arghezi sigue siendo nuestro más grande poeta religioso. No por el hecho de haber vivido la religión en el sentido en el que yo les hablo, sino porque incluso renunció a la oración formal y a todo ritualismo, dejando por escrito que: “Mi oración es el pensamiento”. Así se definía él, pero tengo que decirles que, el pensamiento, con todo, no es oración. El pensamiento es contemplación, y la contemplación no es oración. Pero todos sus “Salmos” son acentos de rebelión contra Dios y, sin embargo, creo, son la obra de un hombre que era limitado y se limitaba a sí mismo.

He vuelto a leer esos “Salmos” de Arghezi y es fácil reconocer que en todos los casos solamente Dios es culpable; el sujeto jamás se reprocha nada a sí mismo. Es justamente lo opuesto a Voiculescu, quien escribía desde un estado de profunda humildad; por eso, su poesía es, en verdad, excelsa. Arghezi escribía desde su indocilidad y, por tal razón, si bien su poesía te sacude, no alcanza una gran altura. Es una poesía áptera, de alguna manera: carece de alas. Pero la rebeldía también es parte de los rasgos del hombre, de los rasgos dramáticos del hombre. ¡Acordémonos de Job! Job alzó sus puños amenazantes hacia Dios, pero al final tuvo que entender que su revuelta era inútil. La rebeldía es un atributo humano que puede hacernos caer, pero también puede salvarnos. Luego, no tiene que condenársele per se, porque es parte del proceso de normalidad del individuo que se asume con seriedad y que problematiza su vínculo con Dios, porque, una vez problematizas un asunto tan importante, estás cerca de resolverlo. Es peor ser indiferente, tibio. Es mejor ser frío o caliente en tu rebeldía, que ser tibio en la indiferencia. ¡Si eres indiferente, es que estás muerto!

(Traducido de: Mitropolitul Bartolomeu Anania, Rugăciunea, izvor de putere în încercările viețiiEditura Doxologia, Iași, 2013, pp. 52-53)