Palabras de espiritualidad

La educación sin Cristo y el carácter del hombre

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Es imposible poner otro cimiento a la educación, tanto en nuestros tiempos como después de mil años, lejos del Fundamento que se puso a Sí Mismo, y dijo: “Sin Mí no podéis hacer nada”.

Si la educación es separada de la doctrina de Cristo, no es esta lo que se pierde, sino la educación misma y los hombres verdaderos. Si se pierde la educación en la escuela, la escuela se convierte en algo peligroso para los hombres y los pueblos, porque el hombre culto, pero sin carácter, es mucho más peligroso para sí mismo y para los demás, que el hombre inculto y falto de carácter. Este último carece de carácter por defecto, en tanto que el primero lo hace por convicción. La grieta en la fe de la persona trae consigo, de forma inevitable, una grieta en su carácter. Esto es algo que nos demuestra la historia general de los pueblos bautizados. Cada vez que algún rey de Israel se apartaba de Dios, se apartaba también de la moral, porque tal como el río se halla ligado a su manantial y la luz al sol, así también la vida moral se halla ligada a la fe. “Yo soy el camino”, dijo Cristo, “Yo soy el agua viva” y “Yo soy la luz del mundo”. Alejándolo de este Camino ¿a dónde llevaremos a los niños, sino al abismo? ¿Con qué abrevaremos sus almas sedientas, si no es con esta Agua Viva? ¿O con el agua mezclada con tierra que bebe el ganado? ¿Con qué los iluminaremos, si no es con esta Luz? ¿Con figuraciones engañosas?

“Sin embargo”, dicen algunos, “la enseñanza de la religión en la escuela ya no es cosa de nuestros tiempos”. Personalmente, solamente sé que puedo ver que también en “nuestros tiempos modernos” las personas más buenas se aferran a la fe en Dios y a la Ley Divina. Ni siquiera sé qué otra doctrina podría sustituir las enseñanzas de Cristo en lo que respecta a la educación de los jóvenes. Y es que no hay ninguna otra doctrina sobre el hombre, sobre el sentido de la vida humana y sobre la forma en que debe ser el hombre verdadero, fuera de las enseñanzas cristianas.

Así las cosas, es imposible poner otro cimiento a la educación, tanto en nuestros tiempos como después de mil años, lejos del Fundamento que se puso a Sí Mismo, y dijo: “Sin Mí no podéis hacer nada”.

(Traducido de: Episcopul Nicolae Velimirovici, Răspunsuri la întrebări ale lumii de astăzi, vol. 2, Editura Sophia, Bucureşti, 2003,  pp. 49-50)