La enfermedad y la pedagogía de Dios
Los Santos Padres afirman que la enfermedad manifiesta la pedagogía divina, porque es un correctivo que Dios le aplica al hombre por causa de sus pecados, para que enmiende su propia vida e incluso la de quienes le rodean.
Los Santos Padres afirman que la enfermedad manifiesta la pedagogía divina, porque es un correctivo que Dios le aplica al hombre por causa de sus pecados, para que enmiende su propia vida e incluso la de quienes le rodean. “En esta perspectiva, la enfermedad parece deseada o al menos permitida, y, en todo caso, utilizada por Dios para el bien del hombre, para recuperar en él lo que el pecado ha hecho atroz y perverso, y también para sanarlo de sus enfermedades espirituales. [...] Si Dios se vale de la enfermedad para lograr lo mencionado anteriormente, es porque la enfermedad, por su propia naturaleza, es un medio extraordinariamente poderoso para despertar al hombre cuyo espíritu ha sido atrofiado por el pecado, llevándolo a percibir, con el dolor de su cuerpo, ese otro padecimiento, que es menos evidente y que afecta su alma. Así, sin el concurso de la enfermedad, el individuo seguiría siendo indiferente, o, en cualquier caso, menos sensible” [1].
Las enfermedades pueden ser, por otra parte, el freno que le impide al hombre seguir pecando. Además, la enfermedad —y el sufrimiento que le acompaña— constituye, en parte, la cruz de nuestra salvación, los peldaños de nuestro Gólgota personal, del sacrificio que tenemos que hacer para poder entrar al Reino de Dios (Hechos 14, 22).
(Traducido de: Ieromonahul Adrian Făgețeanu, Ieromonahul Mihail Stanciu, De ce caută omul contemporan semne, minuni și vindecări paranormale? Un răspuns ortodox, Editura Sophia, București, 2004, pp. 73-74)
[1] Jean-Claude Larchet, Teologia bolii, traducere din limba franceză de pr. prof. Vasile Mihoc, Editura „Oastea Domnului”, Sibiu, 1997, pp. 61-63.