Palabras de espiritualidad

La esperanza de un auge en el ascetismo contemporáneo

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Solamente de esta manera podremos entender que la Iglesia es tanto el lugar donde sanan las enfermedades espirituales de los hombres, como la morada de la teofanía.

Felizmente, han comenzado a aparecer señales de algunos intentos de volver a las enseñanzas de los Santos Padres de la Iglesia y, con esto, entiendo que también son intentos de vivir la vida de los Padres, es decir, una vida hesicasta. Insatisfechos con las “prioridades” de la vida contemporánea, decepcionados con la lucha, la agitación y la intranquilidad causadas por el hecho de haber alcanzado ciertas metas terrenales que no llevan a ninguna parte, cada vez hay más jóvenes que se vuelven adeptos a la foma de vida de los ascetas. También son muchos los que abrazan el monaquismo, continuando la tradición de los Santos Padres y bebiendo de la fuente de sabiduría de la Filocalia, sobre la cual se cimenta la Tradición Otrodoxa, mientras en el mundo secular se abren cada vez más centros y asociaciones que buscan la práctica de la vida hesicasta.

Semejante forma de vida tendría que ser promovida y patrocinada en las ciudades de todo el mundo (...), porque solamente de esta manera podremos entender que la Iglesia es tanto el lugar donde sanan las enfermedades espirituales de los hombres,  como la morada de la teofanía. Una vez sanadas las pasiones, viene la recuperación de la salud espiritual y, con esta, el conocimiento de Dios y la visión de Dios. Es posible que cada uno de nosotros tenga que aprender a practicar la “Oración de Jesús”, en la medida de sus posibilidades, porque esta nos enseña a estructurar nuestra vida espiritual entera, (dictándonos) cuándo hablar y cuándo no hacerlo, cuándo orar y cuándo interrumpir la oración para correr a ayudar a nuestro semejante, mostrándonos también cuándo hemos pecado y cuándo hemos recibido la bendición de Dios. Pero especialmente nos enseña a esforzarnos en cuidar nuestra mente y mantenerla pura.

La exhortación de San Talasio de Libia es una inefable guía para nuestra vida: “Encierra tus sentidos en la fortaleza del sosiego, para que la mente no corra tras sus apetencias”. Las palabras de San Gregorio el Teólogo deben ser también un faro en nuestra vida: “Es necesario alcanzar la serenidad (hesiquia), para volver nuestra mente, poco a poco, de sus desviaciones al diálogo con Dios”.

La luz de nuestros caminos espirituales tiene que provenir también de las enseñanzas de los santos Calixto e Ignacio Xantópolos: “Esta es la legítima vida según la voluntad de Dios, misma que nos fuera enseñada por los Padres: la paz que proviene de la obediencia, esa fue llamada, con toda razón, por los Santos, la vida escondida en Cristo (Colosenses 3, 3)”.

(Traducido de: Mitropolitul Hierotheos Vlachos, Psihoterapia ortodoxă: știința Sfinților Părinți, traducere de Irina Luminița Niculescu, Editura Învierea, Arhiepiscopia Timișoarei, 1998, pp. 387-388)