La esperanza en la misericordia divina
¿Qué pasa en nuestros días? Que las personas creen en su propio bien y confían sólo en su propio “yo”, en sus cualidades, en sus diplomas, en su propia razón.
Hay otro medio para prevenir la depresión, uno que está al alcance de todo cristiano. Además, es un tratamiento eficaz no solamente en contra de la depresión. Es un medicamento extraordinariamente poderoso. Se trata de la esperanza en la misericordia de Dios. Esta esperanza le da al hombre paz y serenidad. Es una esperanza que tranquiliza el alma perturbada y agitada. La esperanza impide que alma sufra y se deprima.
La esperanza en la ayuda, misericordia, bondad, sabiduría, poder y amor de Dios es el mejor remedio a la mano de todo creyente. Es un medicamento que protege y sana. Actualmente, las personas han empezado a olvidarse de él. Sin embargo, nuestros antepasados, como nuestros padres y abuelos, sí que lo utilizaban. La esperanza en Dios los amparaba en cualquier adversidad. Y decían, en sus corazones: “Señor, ten piedad”, esperando confiados la piedad de Dios, Su auxilio y la solución de sus problemas. Y se animaban los unos a los otros, diciendo: “Dios nos cuida” (o “Dios sabrá qué hacer” o “Dios proveerá”). Y se tranquilizaban con la certeza de que su buen Padre, el Señor, habría de resolverlo todo. Por eso es que no caían presa de la depresión, mucho menos necesitaban tomar tranquilizantes. Algunos de ellos tenían miles de problemas, especialmente por causa de la pobreza. Pero repetían desde el corazón, aún siendo incultos: “El Padre es mi esperanza, el Hijo es mi refugio, el Espíritu Santo es mi fortaleza. ¡Oh Santísima Trinidad, gloria a Ti!”.
Sin embargo ¿qué pasa en nuestros días? Que las personas creen en su propio bien y confían sólo en su propio “yo”, en sus cualidades, en sus diplomas, en su propia razón. Me atrevería a decir que hasta confían sólo en su propia “santidad”. ¿Cuál es la consecuencia de esto? Que caen constantemente en las garras de la depresión. ¿Por qué? Porque solos no pueden resolver los enormes problemas de la vida. Porque solos no pueden escapar de las trampas del demonio y el mundo. Porque solos no pueden obtener el perdón de sus pecados, la purificación de sus corazones y la sanación de sus almas. Ni siquiera pueden alcanzar la santidad, la virtud. Por eso es que viven apesadumbrados y deprimidos.
(Traducido de: Arhimadritul Spiridonos Logothetis, Deprimarea şi tămăduirea ei în învăţătura Bisericii, Editura Sophia, 2001, p. 58-60)