La falta de amor es la causa de todas las penas
Nadie querría obtener algo de la persona a quien ama; al contrario, le da todo lo que tiene. Y desde luego, nos sentimos más felices dando, que recibiendo. De ahí que el origen de tanta maldad sea la falta de amor.
En donde hay amor puro, no hay envidia ni murmuraciones. Porque no sólo no juzgamos a nuestros amigos, sino que hacemos callar a los que lo hagan. Todo es sosiego, estamos en paz, no hay razones para discutir o para la envida: todo es serenidad. Porque “el cumplimiento de la ley es el amor” (Romanos 13, 10). Nada reprobable subsiste. ¿Cómo así? Porque todos esos pecados: la avaricia, el pillaje, la envidia, las murmuraciones, el orgullo, los juramentos, la mentira... todo, todo desaparece cuando hay amor. ¿Por qué hay algunos a los que les gusta jurar? Porque quieren obtener algo. Sin embargo, nadie querría obtener algo de la persona a quien ama; al contrario, le da todo lo que tiene. Y, desde luego, nos sentimos más felices dando, que recibiendo. De ahí que el origen de tanta maldad sea la falta de amor. (de la “Homilía VII sobre la II Carta a Timoteo”)
El origen de toda maldad es la falta de amor. (de la “Homilía V sobre la II Carta a los Tesalonicenses”).
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Texte alese, vol. I, traducere de Preot Ioan Andrei Târlescu, ediție îngrijită de Ieromonah Porfirie Nichita, Editura Bunavestire, Bacău, 2012, p. 45)