La familia, esa pequeña iglesia
No hay nada más estupendo que ver a papá, mamá y sus pequeños en la iglesia. Yo creo que ahí empieza la reestructuración de la familia.
Esto lo he dicho otras veces, pero voy a repetirlo: no hay nada más estupendo que ver a papá, mamá y sus pequeños en la iglesia. Yo creo que ahí empieza la reestructuración de la familia. Desafortunadamente, preferimos utilizar el televisor como niñera, una niñera electrónica.
La mayoría de nosotros elegimos, para nuestros hijos, el horario más largo en la escuela, que va desde temprano en la mañana hasta después del mediodía. Muchos de ellos se van solos a comer alguna cafetería. Yo mismo debo confesar que me hallo en la misma situación, porque aún tengo que resolver algunas cuestiones en lo que respecta a mi carrera.
¿Qué implica todo esto? Que los niños han llegado a ser como húespedes de sus propias familias... Ustedes mismos son como visitantes en sus casas, al volver desde aquí hasta donde los esperan sus padres. Es lindo ver cómo reaccionan ellos al encontrarse nuevamente con ustedes, aunque hay que evitar caer en “idolatrías” baratas.
Volviendo a nuestro tema, no creo que pueda hablarse de la familia como “pequeña iglesia”, mientras no se aloje en la “gran Iglesia”. Estoy hablando de papá y mamá acudiendo a confesarse, asistiendo a comulgar, llevando a sus pequeños a comulgar también o a confesarse cuando sea el caso. Y, de cuando en cuando, reunidos en torno a su padre espiritual. Si tenemos un médico de cabecera, no veo por qué no habríamos de tener un “sacerdote de cabecera”, que sea como un miembro de nuestra familia.
(Traducido de: Preot Constantin Necula, Creștinism de vacanță, Editura Agnos, 2011 p. 206)