La fase de la adolescencia requiere comprensión
Muchas veces queremos resolver problemas, sin entenderlos siquiera. Debemos, desde el comienzo, reconocer que semejante abordaje no nos traerá sino dolores de cabeza. Y es que los problemas de los adolescentes no pueden ser tratados mecánicamente, automáticamente.
Cada uno de los conflictos de la adolescencia requiere una actitud responsable para abordarlo, porque presuponen, necesariamente, entender la causa que le ha provocado. Desde luego, la adolescencia no constituye una desviación de lo normal o de los planes de Dios. A menudo, los padres buscan el consejo de algún especialista para manejar algún tema o conflicto de sus hijos adolescentes.
En esto es latente el riesgo de exigir siempre recetas exactas. Muchas veces queremos resolver problemas, sin entenderlos siquiera. Debemos, desde el comienzo, reconocer que semejante abordaje no nos traerá sino dolores de cabeza. Y es que los problemas de los adolescentes no pueden ser tratados mecánicamente, automáticamente.
¿Entonces, de qué se trata? Es un problema de comprensión. “Entender” es una palabra que puede desalentar a esos padres y a esos pedagogos que, estando expuestos a muchos de los comportamientos de los adolescentes, están convencidos de que no les alcanzaría la vida para comprender esta particular fase de desequilibrio en la vida de la persona. Me los imagino en este momento, exclamando, “¡Es imposible que alguien pueda entender alguna vez a estos jóvenes complicados!”.
Es bueno, sin embargo, no subestimar nuestras capacidades, así como dice aquel refrán, “No es fuerza lo que necesitamos, sino entendimiento”. En un vasto estudio hecho en Estados Unidos, a 10,467 padres de familia se les pidió ordenar jerárquicamente 16 valores diferentes. Las dos primeras elecciones fueron, en todos los casos, “ser un buen padre” y “tener la sabiduría suficiente (madurez, comprensión, introspección)”.
(Traducido de: Pr. Vasilios Thermos, Primăvară înnegurată: pentru o înţelegere a adolescenţei, traducere din limba greacă de preot Şerban Tica, Editura Sophia, Bucureşti, 2011, pp. 17-18)