Palabras de espiritualidad

La fe, el discernimiento y las tentaciones

  • Foto: Tudorel Rusu

    Foto: Tudorel Rusu

Si quieres ser un hijo fiel y devoto de la Iglesia Ortodoxa, alcanza tu propósito cumpliendo con los mandamientos evangélicos relacionados con el prójimo.

El venerable Pimeno el Grande relata que cierto monje, inducido por el fervor sin discernimiento, se vio sometido a la siguiente tentación: a poca distancia le pareció ver a otro monje acostado con una mujer. Una cruenta lucha empezó a librarse en su mente, creyendo que era su deber correr y detener a quienes estaban pecando. Entonces, vencido por la tentación, se acercó a aquel lugar y, moviendo con el pie lo que creía eran dos personas, exclamó: “¡Deteneos!”. Entonces vio que se trataba de dos grandes manojos de paja. (Paterikón).

El piadoso anciano Doroteo relata que, estando en el monasterio del abbá Serid, un monje injurió a otro hermano, dejándose llevar por el fervor sin discernimiento, que siempre trae conjeturas y sospechas, tendiendo a cualquier clase de invenciones. El primero acusaba al segundo de haberse robado y comido varios higos del jardín del monasterio esa misma mañana. El higúmeno, entonces, se puso a indagar qué era lo que había ocurrido en realidad. Así, supo que el acusado no había estado presente en el monasterio aquella mañana, por haber sido enviado a una de las ermitas vecinas, volviendo sólo después de finalizada la Divina Liturgia.

Si quieres ser un hijo fiel y devoto de la Iglesia Ortodoxa, alcanza tu propósito cumpliendo con los mandamientos evangélicos relacionados con el prójimo. ¡No te atrevas a elogiarlo! ¡No te atrevas a darle lecciones! ¡No te atrevas a golpearlo y reprenderlo! Nada de eso es cosa de la fe, sino de la devoción sin buen juicio, la vanidad y la soberbia. Alguien le pregntó a Pimeno el Grande: “¿Qué es la fe?”, y este respondió: “La fe es permanecer siempre en la humildad y en la práctica de la caridad” (Paterikón), es decir que consiste en hacerte humilde ante tu semejante y perdonarle todas las ofensas e insultos, todas sus faltas.

(Traducido de: Sfântul Ignatie BriancininovDespre înșelare, Editura Sophia, Egumenița, 2010, p. 15)