La muerte es la separación de Dios, y la vida es volver a Dios y vivir en Dios. La fe es el verdadero renacimiento del alma de su letargo, de la muerte: “estaba muerto y ha vueltto a la vida” (Lucas 15, 24). La primera vez que el hombre experimentó esa resurrección del alma desde la muerte fue con el Dios-Hombre, Jesucristo, y la sigue experimentando permanetemente, en Su Santa Iglesia, porque todo lo que es Suyo está en la Iglesia. Él se ofrenda totalmente a los fieles en los sacramentos y en las santas virtudes. Ahí donde está Él, la muerte no existe más, porque el hombre ha pasado ya de la muerte a la vida.

(Traducido de: Părintele Iustin Popovici, Credința Ortodoxă și viața în Hristos, Traducere: prof. Paul Bălan, Editura Bunavestire, Galaţi, 2003, p. 18)