Palabras de espiritualidad

La forma correcta de orar y alabar a Dios

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Hay que renunciar a todo interés. La oración debe ser desinteresada.

La mente es la que piensa. El corazón no piensa. Cuando mantenemos la mente dirigida a Dios, también el corazón salta de alegría. Se conmueve por completo. Para que Cristo venga a nuestro  corazón, antes debemos amarlo. Para amarlo, es necesario que Él nos ame primero. Es necesario que Él nos conozca antes, y luego será nuestro turno de hacerlo. Si se lo pedimos, Él vendrá a morar en nosotros. Y, para que esto suceda, primero debemos ser dignos de ello. Y, para ser dignos de ello, debemos prepararnos correctamente.

En primer lugar, hay que renunciar a todo interés. La oración debe ser desinteresada. Todo debe hacerse en misterio, desinteresadamente. Es decir que no debemos pensar que si concentramos nuestra mente, la Gracia vendrá a nuestro corazón y lo hará sobrecogerse. No oremos pensando en nada de esto, sino con simplicidad y humildad. Que nuestra oración simplemente busque glorificar a Dios. ¿Qué les he dicho del ruiseñor? Este pajarillo canta sin que nadie lo vea. Así es como debemos ser nosotros, desinteresados, enalteciendo a Dios en lo secreto.

(Traducido de: Ne vorbeşte părintele Porfirie – Viaţa şi cuvintele, Traducere din limba greacă de Ieromonah Evloghie Munteanu, Editura Egumeniţa, 2003,  pp. 209-210)