Palabras de espiritualidad

La forma de reconciliar la lógica del hombre con la de la mujer

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

No es conveniente que los hombres sean tajantes, sino que tienen que aprender a prestar atención a lo que les digan sus esposas, intentando entender su sentido. Por otra parte, si la mujer quiere que lo que dice reciba atención, tiene que aprender a expresar sus ideas de forma ordenada e inteligible para el hombre.

A los hombres no les gustan los mensajes tácitos y las “misivas” ocultas. A ellos les gusta “que cada cosa esté en su sitio”. La mujer mira el resultado final, el cual considera importante para ella o para su familia, o para no sé qué más: podríamos decir que ella ve el problema en su conjunto.

Para el hombre, sin embargo, lo importante es resolver el problema, lo cual antecede al resultado, la cadena lógica que lleva al objetivo final, y esto tiene, igualmente, sus raíces en la capacidad y sentido del hombre de tomar decisiones.

Las mujeres ni siquiera necesitan de la ordinaria lógica masculina. Ellas pueden admirar las construcciones lógicas del hombre como un ornamento extravagante, pero, al proceder, lo hacen guiándose por su intuición y sus sentimientos. Por ejemplo, a las mujeres les importa muy poco la estructura del automóvil y su sistema de funcionamiento. Si llegan a aprender algo de eso, se limitan a lo estrictamente necesario para reparar el auto en caso de alguna emergencia.

Por su parte, los hombres suelen considerar que muchos de los razonamientos femeninos son ridículos, banales y limitados; no obstante, muchas veces esas ideas están más cerca de la vida y la realidad que las lógicas y racionales construcciones masculinas.

Por tal razón, no es conveniente que los hombres sean tajantes, sino que tienen que aprender a prestar atención a lo que les digan sus esposas, intentando entender su sentido. Por otra parte, si la mujer quiere que lo que dice reciba atención, tiene que aprender a expresar sus ideas de forma ordenada e inteligible para el hombre.

(Traducido de: Pavel Gumerov, El şi ea: în căutarea armoniei conjugale, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu Vlas, Editura Sophia, București, 2014, pp. 34-35)