La fuerza de nuestra fe
Cuando la iglesia se convierte en algo más parecido a un museo, también el hombre se vuelve una suerte de objeto en exposición, y deja de vivir según las coordenadas que le son esenciales.
¡El hombre debe creer para poder comprender! Con la fe se ve más lejos, mucho más lejos de lo que se ve con la razón. La fe es, en último término, la capacidad de amar.
Nuestra fe es un tesoro que crece con cada cristiano verdadero.
En Occidente, los cristianos verdaderos son muy pocos, porque allí se habla más de tradición que de fe. En ninguno de esos admirables e imponentes conventos podrás encontrar ni la milésima parte de los cristianos que vienen a cualquier monasterio ortodoxo, quizás no igual de grande y monumental, pero lleno de amor a Dios y a Cristo.
Cuando la iglesia se convierte en algo más parecido a un museo, también el hombre se vuelve una suerte de objeto en exposición, y deja de vivir según las coordenadas que le son esenciales.
(Traducido de: Părintele Iustin Pârvu, Daruri duhovnicești, Ed. Eikon, Cluj-Napoca, 2011, p. 21)