La fuerza del amor que se impone al dolor
Es una gran cosa sufrir con el que sufre, participar de su dolor. Pidamos la ayuda de Dios, para poder atravesar sin problemas las olas de esta vida.
¿Qué consejo les da a los monjes y a los laicos?
—¡Eh, padre! ¡Si pudiéramos poner en práctica todo lo que les enseñamos a los demás, seríamos santos! Yo solía recomendar a los demás que fueran pacientes en el sufrimiento. Ahora, cuando el que sufre soy yo, veo que no tengo nada de paciencia… Lo que necesito no es simplemente un poco de paciencia, sino muchísima paciencia. Un hermano me preguntó: “¿Es posible atenuar el sufrimiento con la oración?”. “Eso es algo que le correspode a la Gracia de Dios”, le respondí yo. El amor espiritual vence al dolor. Recordemos lo que dice Cristo de la mujer que, enfrentando los dolores del parto, después de dar a luz deja atrás el mal recuerdo del dolor, “porque ha traído un hombre al mundo”. Es una gran cosa, padre, sufrir con el que sufre, participar de su dolor. Pidamos la ayuda de Dios, para poder atravesar sin problemas las olas de esta vida.
(Traducido de: Arhimandritul Ioanichie Bălan, Părintele Paisie Duhovnicul, Editura Trinitas, Iași, 1993, pp. 71-72)