La fuerza del corazón
¡Verdaderamente grande es el poder del corazón! El corazón es como una batería que se carga sin cesar.
Dice el abbá Pamvo: “Si tienes un corazón, te puedes salvar”. ¿A qué se refiere con estas palabras?
—Se puede interpretar de distintas formas. En primer lugar, “tener un corazón” es igual a “amar a Dios”. En segundo lugar, “tener un corazón” es equivalente a “tener sensibilidad”. En tercer lugar, “tener un corazón” es igual a “tener bondad”. En cuarto lugar, “tener un corazón” se refiere a “ser indulgente”. En quinto lugar, “tener un corazón” es lo mismo que decir “tener valor”. Cuando decimos “corazón”, no nos referimos a un trozo de carne, sino al fervor por el sacrifcicio, un amor lleno de nobleza.
¡Verdaderamente grande es el poder del corazón! El corazón es como una batería que se carga sin cesar. No se cansa, tampoco envejece; su fuerza, de hecho, no se agota nunca. Pero para ello, debemos ponerlo a trabajar.
Porque también yo tengo un corazón, y tú tienes un corazón, pero ¿de qué nos sirve, si no lo ponemos en funcionamiento? Si el hombre no pone el corazón en todo lo que hace, ya puede ser un gigante, que no tendrá el valor de hacer nada. En cambio, puede que haya otro muy pequeño, y no se canse nunca, porque todo lo que hace, lo hace con el corazón.
En este mismo monasterio hay una monja que no tiene mucha resistencia física, pero como pone el corazón en todo lo que hace, no se cansa. Y tampoco busca evitar el trabajo, porque su único interés es ayudar y confortar a su semejante. Hace todo con amor, porque le duele el sufrimiento del prójimo. Y no lo hace para que los demás la vean y la feliciten por ser tan servicial. En su interior no existen el egoísmo ni el deseo de hacerse agradable a todos, porque todo lo hace calladamente y, por ello, recibe la Gracia de Dios, Quien le ayuda todo el tiempo.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești, Vol. V Patimi și virtuți, Editura Evanghelismos, București, 2007, p. 216)