El verdadero propósito del padre espiritual no es el de mantener a sus discípulos en un estado de dependencia infantil, sino que, al contrario, debe ayudarlos a alcanzar la plena madurez. Él no pretende reemplazar a Dios, sino ayudar a sus hijos espirituales a avanzar hasta el estado en que puedan encontrarse solos con Él, sin intermediarios, personalmente. El guía espiritual no dice simplemente: “¡Escúchame a mí y haz lo que te digo!”. Su mensaje es: “Escucha, a traves de mí, la voz de Dios, Quien habla en tu conciencia, y haz lo que te dice esa voz divina”.

El padre espiritual no es un legislador, sino un iniciador; no es un sustituto, sino una partera; no es una imitación de Dios, sino un centinela que nos lleva directamente ante Su presencia. Porque, como hemos visto, el guía supremo es siempre Cristo Mismo.

(Traducio de: IPS Kallistos Ware, Mitropolit de Diokleia, Îndrumarea duhovnicească în Muntele Athos, Editura Doxologia, traducere de Dragoș Dâscă, Iași, 2016, pp. 70-71)