La gloria y el conocimiento de los santos
Tal como el Padre jamás carecerá del conocimiento del Hijo y al Hijo nunca le faltará el conocimiento del Padre, los santos, habiéndose deificado y teniendo a Dios en su interior, jamás se verán privados del conocimiento mutuo.
Alcanzando la semejanza con Dios, los santos podrán conocerlo a Él. Tal como Dios los ha conocido a a ellos y como el Padre conoce al Hijo, y el Hijo al Padre, así tienen que verse y conocerse recíprocamente los santos. Incluso aquellos que jamás se han visto en este mundo material, tendrán que conocerse los unos a los otros. Si es así, ¿cómo es posible que haya algunos que no sienten vergüenza al inventar y decir cosas, enseñando lo que desconocen, como si se hubieran enriquecido con el conocimiento de quienes están en un lugar más alto que el nuestro y como si de ellos hubieran recibido el don de enseñar a otros?
Porque, tal como el Padre jamás carecerá del conocimiento del Hijo y al Hijo nunca le faltará el conocimiento del Padre, los santos, habiéndose deificado y teniendo a Dios en su interior, jamás se verán privados del conocimiento mutuo y cada uno verá su gloria y la de los demás, como el Hijo ve al Padre y el Padre al Hijo. Pero ¿cuál será la gloria de los santos? La misma del Hijo de Dios. Porque dice: “Yo les he dado la gloria que Tú me diste, para que sean uno como Nosotros somos uno” (Juan 17, 22). ¿Ves que la gloria que se le dio al Hijo desde siempre, por parte de Dios Padre, es la que el Mismo Hijo da a los santos, y que estos son, juntos, uno solo?
(Traducido de: Sfântul Simeon Noul Teolog, Cuvântări morale, în Filocalia VI, traducere din grecește, introducere și note de pr. prof. dr. Dumitru Stăniloae, Editura Humanitas, București, 2004, p. 168-169)