La gracia de Dios agranda nuestros corazones
Todo aquel que anda por el Camino del Señor recibe, por el poder de la Cruz y de su Resurrección, el don del ensanchamiento de corazón, que le hace volverse universal. Por eso, San Pablo exhorta a los corintios así, “Hermanos, agranden también ustedes sus corazones” (II Corintios 6, 13).
Zaqueo, recorriendo el Camino del Señor, Lo encontró como acompañante, como huésped en su casa, y su corazón se ensanchó, abarcando a todos los hombres. De igual forma, nosotros, cuando nos dirigimos por el Camino del Señor y aprendemos a “rebajarnos”, nos hacemos parte de Su gracia. Esta gracia agranda el corazón y entonces descubrimos nuestro verdadero objetivo: hacernos semejantes al Nuevo Adán, Cristo, para llevar en nuestro corazón a la humanidad entera.
Todo aquel que anda por el Camino del Señor recibe, por el poder de la Cruz y de su Resurrección, el don del ensanchamiento de corazón, que le hace volverse universal. Por eso, San Pablo exhorta a los corintios así, “Hermanos, agranden también ustedes sus corazones” (II Corintios 6, 13).
(Traducido de: Arhimandritul Zaharia (Zaharou), Lărgiţi şi voi inimile voastre!, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2009, p. 254)