La Gracia de Dios y su obra en el corazón de los pecadores
Todo esto es obra del infinito amor de Dios por la humanidad, que constantemente intenta despertar a los hombres de su iniquidad.
¿Por qué algunas veces la Gracia de Dios llama a la puerta de los indolentes e indiferentes?
—La amorosa Providencia de Dios, Quien “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (I Timoteo 2, 4), ofrece muchas oportunidades para espabilar. Además, protege del peligro que originan la desatención y la mala conducta del hombre. Sin embargo y tristemente, muchos no despiertan, y por eso su castigo sigue siendo el mismo. Por el contrario, hay pocos que sí espabilan, volviéndose misioneros cristianos del amor de Dios, dándoselo a conocer a los demás.
Hay veces en las que los malhechores han intentado cometer sus fechorías en los lugares dedicados a Dios, siendo impedidos por algún milagro; así, en vez de consumar sus desmanes, han terminado siendo atraídos a la fe. Y cambian su forma de vida, de tal forma que lo que el buen juicio y la humanidad no consiguieron, lo logra la amorosa Providencia de Dios, por medio del amor, en vez de las amenazas. Algunas veces, esto sucede también gracias a las oraciones de los justos, quienes le piden a Dios que ilumine a los malvados para que conozcan la verdad, porque se mantienen voluntariamente en el engaño. Otras veces ocurre si tienen un pariente justo en el Cielo, quien le pide a Dios por ellos, de acuerdo a lo que dice la Escritura: “Dichoso del que tiene su semilla en Sión y su hogar en Jerusalén” (Isaías 31,9). Sin embargo, todo esto es obra del infinito amor de Dios por la humanidad, que constantemente intenta despertar a los hombres de su iniquidad. Pero lo mejor es que el mismo hombre cuide de su propia rectificación, en vez de ponerse a esperar bondades inciertas.
(Traducido de: Gheronda Iosif Vatopedinul, Dialoguri la Athos, Editura Doxologia, p. 101-102)